Hace unos años, tras talar una higuera de la finca de mi suegra, le sugerí que nos trajéramos unos troncos para usarlos como asientos frente a la casa. La tarde pude comprobar como unos jóvenes visitantes hacían uso de los mismos mostrando una imagen enternecedora. Saludos. Rafael Pimentel.
lunes, 1 de junio de 2009
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