Mi primera incursión en la poesía se ha producido hace dos días en el blog de los Amigos de la Biblioteca (http://rafaelrequerey.blogspot.com). Se trata de haikús japoneses de tres versos cuya métrica es 5-7-5 y que en este caso expresan sentimientos muy íntimos. Me voy a permitir colgarlos en este blog del Castellar para que sus visitantes habituales conozcan esta faceta mía; al mismo tiempo pongo los comentarios que el amigo argentino Carlos Alberto Arellano ha hecho sobre los mismos.
Aire silente,
luces de la mañana,
trinos de fondo.
Este haikú me hizo pensar en el cementerio de la Recoleta, que tantas veces he recorrido en los últimos diez años. Me veo caminando por los angostos corredores de ese tranquilo espacio de Buenos Aires, en completo silencio y soledad, mientras las luces de un sábado o un domingo por la mañana, hacen cantar a los pajarillos allá arriba, en las copas de los árboles.
Cuerpo triste,
pensamiento negro,
alma quebrada.
Este me hizo pensar en Robert Falcon Scott y sus dos compañeros de aventuras, muriendo de frío y de hambre en las terribles soledades de la Antártida, abrazados en el interior de una pequeña carpa azotada por la ventisca.
Luz cenicienta,
atardecer rasgado,
suave brisa.
Este me hizo pensar en Robert Neville, el personaje de Soy leyenda, la novela de Richard Matheson. Regresando a su hogar en un atardecer lúgubre y nublado. Descubriendo con horror que las agujas de su reloj de muñeca se habían detenido. Sabiendo que las puertas de la cochera estaban abiertas. Y que los vampiros lo estaban aguardando.
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