De la mano de mi suegro, Antonio Cano González de 68 años que vive en El Castellar, estoy descubriendo el placer de la artesanía. Desde la infancia he sido bastante zoquete en estos temas, pero a medida que hago mayor voy comprendiendo valor de estos trabajos, la serenidad de espíritu que aportan a la persona y el goce de hacer algo con las manos. Estos canastos tienen la belleza de la imperfección y su solo tacto ya es gratificante.
viernes, 28 de diciembre de 2007
Mi suegro terminando un canasto de varetas
De la mano de mi suegro, Antonio Cano González de 68 años que vive en El Castellar, estoy descubriendo el placer de la artesanía. Desde la infancia he sido bastante zoquete en estos temas, pero a medida que hago mayor voy comprendiendo valor de estos trabajos, la serenidad de espíritu que aportan a la persona y el goce de hacer algo con las manos. Estos canastos tienen la belleza de la imperfección y su solo tacto ya es gratificante.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario